5 de julio de 2024

Experimentar el silencio nos ayuda a rezar

El silencio es una experiencia que es un misterio, va más allá de la ausencia del ruido y de cualquier sonido, incluso, de las palabras que pudieran perturbar el espacio, tal y como lo menciona Dobre, en su obra “La experiencia del silencio”:

“¿Qué puede ser más difícil que alcanzar, con palabras, el descanso de la palabra; alcanzar, con el pensamiento, el descanso del pensamiento; penetrar,,con la interioridad, lo que hay más allá de la interioridad?” “El silencio es un descanso del lenguaje verbal, pausa y abandono de las palabras; una paradoja, puesto que este exilio difunde, comunica, lo que las palabras, comunicadoras en sí mismas, solamente se aproximarían a decir. Esta es una incógnita, porque el silencio “es” y, al mismo tiempo, es ausencia; es carencia de lenguaje verbal, pero, al mismo tiempo, es lenguaje”.

El silencio no es falta de comunicación. Usualmente, el concepto de comunicación se limita al sonido de las palabras, al lenguaje verbal. Sin embargo, no necesariamente requiere del sonido de las palabras para que ocurra. En la comunicación (relación que se produce a través de un mensaje entre un emisor y un receptor, donde el mensaje puede o no involucrar el sonido) es necesario observar que el silencio, que está presente, es la plenitud de comunicación, así como también del lenguaje no verbal, pues transmite significados, aún con la ausencia del sonido de las palabras.

La comunicación que se verifica en el silencio se lleva a cabo desde la interioridad, la reflexión y contemplación, generando una dimensión de paz y serenidad, desde donde se alcanzan las ideas y significados, los conceptos que las palabras no alcanzan a transmitir.   

Efectivamente, el lenguaje, que se refiere a la comunicación que es articulada en palabras (ya sea habladas o escritas) e, incluso, el lenguaje no verbal (como son las posturas físicas y gestos) transmiten pensamientos e ideas. La comunicación se produce cuando compartimos información a través del lenguaje; el ser humano saca a la luz aquello que habita en su mundo interior, da nombre a las cosas, puede ordenar la existencia, cuenta historias; compartiendo su interioridad, entra en relación con el otro. Es un enriquecimiento mutuo, al transmitir la propia experiencia de la realidad, aportando, al que nos escucha, una nueva luz que va más allá de lo objetivo, produciendo un crecimiento en su vida interior.

El lenguaje es la expresión máxima donde se abre el paso lo más luminoso de la persona, transmitiendo su propia experiencia de la realidad, enriqueciendo al otro y abriendo una nueva luz, que suscita la experiencia de la relación con Dios.  

Es en el silencio donde lo trascendente entra en contacto con lo más profundo de la persona humana; porque así se hace más consciente de la existencia del Padre, del misterio y realidad de Dios.

Deja un comentario