5 de julio de 2024

Pedirle mucho a Dios, pero dejándolo ser Dios

Muchas veces, es difícil aceptar que Dios no concede lo que se le pide, o que no lo concede cuando se le pide, o de la manera en la que se le pide.

Estas cuatro citas bíblicas dan mucha luz sobre la oración de petición:

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros proyectos son mis proyectos”. (Is 55, 8)

“Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y, al que llama, se le abrirá. ¿Acaso alguno de vosotros le da una piedra a su hijo cuando le pide pan, o le da una culebra cuando le pide un pez? Pues, si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a los que se las pidan!”   (Mt 7, 7-11)

“Dios ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo y, también, ha puesto el conjunto del tiempo en sus corazones, pero el hombre no es capaz de descubrir la obra que Él ha hecho de principio a fin”.  (Qo 3,11)

“¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de ciencia hay en Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio primero, que tenga derecho a la recompensa?  Porque todas las cosas provienen de Él y son por Él y para Él. ¡A Él, la gloria, por los siglos! Amén”.  (Rm 11, 33-35)

Dios es un Padre muy bondadoso y por supuesto que quiere que le pidamos, pero también quiere que lo reconozcamos como Dios, no como al genio de la lámpara del cuento que concedía los tres deseos que le pidieran, sin importar las consecuencias, pues, simplemente, le correspondía obedecer.

Cuando le pedimos algo a Dios, hay que hacerlo con mucha fe y confianza, pero, también, hay que dejar a Dios ser Dios y es ahí donde entra el “hágase”. Padre mío, yo quiero…, pero hágase tu voluntad.

¡Todo lo que ha hecho Dios ha sido maravilloso! Gracias a su palabra, “hágase”, se hizo la luz, los astros, nuestro planeta, toda la creación.

La Virgen María dijo: “Hágase, en mí, según tu palabra” (Lc 1, 38)

Jesús le contestó a la cananea: “Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas”.  (Mt 15, 28)  ¡Y su hija quedó sanada!

El mismo Jesús le dijo a su Padre, en Getsemaní: “¡Abbá, Padre!, todo es posible para ti; aparta de mí esta copa, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú”. (Mc 14, 36)

No sólo hay que creer en Dios, sino creerle a Dios, creer que su amor y misericordia son infinitos y que, justo por eso, no va a dar algo que ponga en riesgo la salvación de uno de sus hijos.

Es consolador, también, pedirle al Espíritu Santo que ilumine nuestra oración, para solicitarle al Padre que nos conceda lo que sea su voluntad y, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, aceptar lo que venga en la certeza de que lo que nos da es lo mejor, aunque no lo podamos entender.

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2019/documents/papa-francesco_20190320_udienza-generale.html

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