5 de julio de 2024

Invitados a ser la sonrisa de Dios

Llegamos a diciembre, el ultimo mes del año, uno de los mas esperados porque hay una magia especial en el ambiente, con esos toques de alegría, de buenos deseos para todos, muy familiar. Es una invitación y un llamado ha transformar nuestros corazones, abrirlos al amor, pero también compartir ese amor con los que nos rodean.

Pero ¿Cuáles son esos rostros, miradas, realidades que podemos encontrarnos? Momentos nada fáciles en estos dos años: si observamos a la gente cuando caminamos, o vamos en el coche o estamos esperando el transporte ¡cuántas miradas! algunas tristes, preocupadas, otras ausentes de la realidad y aquellas felices que no pueden ocultarse a pesar del cubreboca, pero hay que ver un poquito mas a fondo para poder notarlas.

Por eso deberíamos empezar preguntándonos ¿Cómo esta nuestro corazón? nos prepararemos a la llegada del niño Jesús, para que encuentre el pesebre mas acogedor, calientito, amable, protector, mas vivo y no me refiero al que colocamos en nuestra casa sino en nuestro corazón, el lugar donde Jesús quiere nacer este 24 de diciembre. Durante cuatro semanas, a través del adviento, nos ira preparando  para que podamos ver hacia dentro, pero también a no olvidarnos del hermano que esta afuera, que camina a nuestro lado.

No importa si el corazón esta roto, en él quiere nacer el niño Jesús. Él sabrá unir todos los pedacitos para formar uno nuevo, porque navidad también es renacer. Por esta razón, nosotros podemos contribuir para sanar esos corazones que esta navidad lo necesitan. El Papa Francisco mencionaba en una de sus homilías que “Jesús es la sonrisa de Dios”, porque vino a darnos el amor del padre, su mensaje fue acogido por María y José. Debemos acoger su mensaje, para poder sentir esa sonrisa, que es para todos sin distinción y ser constructores de un mundo menos violento y más fraterno.

Todos necesitamos de esa sonrisa y convertimos en esa sonrisa para otros,  que son esas pequeñas caricias para el alma de aquellos con quienes compartimos un espacio laboral, familiar, de amistad. Una caricia para aquel con quien nos cruzamos en la calle o en algún establecimiento y necesita que alguien lo vea para no sentirse solo. Es este el regalo que Dios pone en nuestros corazones para compartir pequeñas acciones de misericordia, compasión, escucha, atención, que son los mejores presentes que podemos obsequiar en esta navidad.

Así que no olvidemos que Jesús eligió nacer en un lugar humilde, pequeño. Hoy, sigue buscando ese pequeño lugar donde le demos cobijo. Seamos esa sonrisa de Dios y preparemos nuestros corazones para su llegada. Compartamos la alegría del nacimiento del niño Jesús.

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