1 de julio de 2024

Una historia que se repite día tras día

Mamá: ¿Ahora, a dónde vas, mi amor?

Hija: ¡Voy con mis amigos!

Mamá: ¿Por qué me hablas así? Hoy, vamos a ir a misa en familia

Hija: Ya había quedado con mis amigos y no tengo ganas de ir a dormirme a misa

Mamá: Pero sabes que siempre vamos y luego la pasamos juntos en familia, jugando en casa

Hija: Ya no tengo edad para esas tonterías… y no me interesa estar contigo, es más, hoy, no se me da la gana de verte más…

¿Alguna ves has tenido un episodio parecido? ¿Qué has sentido? Y es que, después de vivir este tipo de escenas, uno puede llegar a sentirse morir. Ese desprecio, herida, golpe al corazón cuando, como padres, abrimos nuestro mundo, nuestra vida, entregándoselas a nuestros hijos y, de pronto, sin saber el porqué, están en nuestra contra, con malas palabras, actitudes y acciones que, cada vez que las repiten, a pesar de hablar con ellos y entregarles todo nuestro amor, vuelven a hacerlo. Tal vez no todos sean así, pero muchos hijos, incluso nosotros mismos, lo hicimos o lo hacemos con nuestros padres, abuelos, dejándolos de ver por días, meses; a veces sin ni siquiera o una llamada para saber que están bien, los dejamos en soledad e ignoramos sus sabias palabras de amor.

Así, justo así, como tú o yo podemos sentirnos ante este golpe de nuestros hijos, o nuestros padres, así, mamá María se siente al respecto de toda esta nación; así de triste llora su corazón, cada vez que no escuchamos las palabra de su hijo, cada vez que elegimos lo material, cada vez que en un pleito alejamos nuestros corazones a gritos, cada vez que pienso o juzgo a alguien más pero no corrijo mis errores, cada vez que nos cegamos por miedo o desinterés por el prójimo que sufre, cada vez que aceptamos un aborto, cada que nos hacemos sordos a los mensajes que nos brinda a través de sus apariciones, simplemente cada vez que elegimos un rato más de descanso, en vez de ir a su presencia a escuchar y recibir a su hijo. 

Hoy, lo veo claro; hoy, llora Jesús; hoy, llora María; hoy, llora el cielo, apenado de la humanidad tan desequilibrada que tenemos y, tú, ¿qué haces al respecto para detener esta pena, este dolor? Hoy, María nos pide que nos unamos en familia a rezar el Rosario, que amemos a papá Dios y asistamos a misa, que ayunemos y nos confesemos, simplemente, que nos amemos unos a los otros.

Deja un comentario