3 de julio de 2024

Vida de santos: Santa Isabel de Hungría

El 17 de noviembre celebramos a Santa Isabel de Hungía.

Isabel, nació en Sárospatak o Presburgo (Reino de Hungría), en 1207. Su padre, el rey Andrés II de Hungría, primo del emperador de Alemania, la había prometido por esposa a Luis, hijo de los duques de Turingia.

Era costumbre educar juntos a los futuros esposos. Así que,  desde los cuatro años, Isabel partió hacia Turingia, y vivió en el castillo de Wartburgo. Una gran  amistad surgió entre Luis e Isabel, al grado de que no podían vivir el uno sin el otro. Desde entonces, Isabel  comenzó a distinguirse por su humildad, caridad y mortificación.

El matrimonio se celebró en 1221, ella tenía 14 años. En esa misma ceremonia, Luis fue coronado príncipe. Su matrimonio no sólo fue una unión política, sino un matrimonio por amor. Fueron bendecidos con tres hijos. Se amaban tan intensamente que estaban convencidos de que su amor y su felicidad eran un don sacramental.

Durante esos años, Isabel continuó con su vida de mortificación, nunca olvidó a los pobres, Aprovechó su posición social, utilizando su dote completa para ayudarlos, asistiendo a Cristo presente en ellos.

Isabel, a pesar de ser una joven duquesa, era muy austera, lo que causaba gran enojo a su suegra y a su cuñada. Su esposo quería demostrarle que él era digno de ella, pues era una mujer con gran belleza interior y exterior. Tomó como lema de su escudo estas tres palabras: “Piedad, Pureza, Justicia”.

Isabel tenía quince años cuando nació su primogénito; A los veinte años, con su hijo menor recién nacido, quedó viuda. Su esposo se unió en una cruzada a Tierra Santa. Luis perdió la vida en el camino, al contagiarse de peste.

Isabel fue declarada regente del principado hasta que su primogénito obtuviera la mayoría de edad. Sus cuñados no soportaban su generosidad hacia los pobres. Uno de ellos, había jurado protegerla, al igual que a sus hijos, pero apoyó una conspiración de nobles para expulsarla del gobierno alegando que malgastaba el dinero del Estado en los pobres.

Arrebatándole el poder la forzó a abandonar el castillo, por lo que tuvo que refugiarse en un convento, donde tomó el hábito de la tercera orden de San Francisco: llevó una vida dura y austera, ocupándose de los pobres. Su confesor le ponía penitencias excesivas.

Desterrada, tuvo que huir con sus tres hijos. Vivió errante y con grandes penurias, confiando totalmente en Dios, pues estaba segura que nunca los abandonaría.

Durante algún tiempo tuvo que depender de la caridad de algunos de sus parientes. El rey de Hungría recuperó los bienes que le pertenecían; con ellos, Isabel construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas.

Hizo voto de renuncia de todos sus bienes, así como lo hizo San Francisco de Asís, consagrando su vida al servicio de los más necesitados; utilizaba un hábito franciscano; los últimos cuatro años de su vida, se dedicó a atender a los pobres enfermos del hospital que había fundado.

Recorría calles y campos pidiendo limosna para sus pobres, y vestía como las mujeres más pobres del campo. Vivía en una humilde choza junto al hospital. Tejía y hasta pescaba, para comprar medicinas a los enfermos.

Murió en 1231, cuando apenas contaba con 24 años. Fue enterrada en la catedral de Marburgo y canonizada 4 años más tarde, por  el Papa Gregorio IX.

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