por Nació en siglo VII en la región de Tancor, lo que hoy conocemos como Portugal.
En aquel entonces, los musulmanes dominaban esos lugares, así que los conflictos estaban a la orden del día.
Sus padres eran cristianos. Le pusieron el nombre de Irene, que en griego quiere decir: “Aquella que trae la paz”. Irene recibió esmerada educación en el monasterio. Era muy hermosa y piadosa; a pesar de los dones físicos concedidos por Dios, a quién se los agradecía, vivía una intimidad muy estrecha con Él. Tenía una gran cualidad: su gran fuerza interior, que mueve el Espíritu Santo en los corazones.
Cuando terminó sus estudios, regresó a su casa, con la clara intención de dedicarse a la vida religiosa. Rezaba y al único lado que iba era a la Iglesia para asistir a misa.
Cierto día, un apuesto joven se prendó de ella al verla en la iglesia. La pidió en matrimonio; Irene lo rechazó explicándole que había hecho voto de virginidad. El muchacho quedó con el corazón destrozado, pero poco a poco se iba haciendo a la idea
Sin embrago, un maestro de Irene intentó seducirla y fue expulsado de su casa. Así que, como venganza, fue en busca del joven que la había pretendido para decirle que pronto sería madre. Entonces él, loco de rabia, la mató al salir de la iglesia y arrojó su cuerpo al río.
Uno de los tíos de Irene, al enterarse de este del vil asesinato, fue corriendo a las riberas del río para encontrar su cadáver y llevarlo en procesión al monasterio.
La encontraron en la orilla del río Tajo, frente a la villa de Scalabis que desde entonces se llama Santarem (Santa Iria o Irene). Esta santa es muy querida en Portugal y en España.
