3 de julio de 2024

Vida de santos: Margarita María de Alacoque

Nació en el año de 1647, en Francia. Fue la quinta de 7 hijos de un notario acomodado. Su vida estuvo marcada por experiencias sobrenaturales. A los cuatro años Margarita hizo una promesa al Señor consagrando su pureza y haciendo voto de perpetua castidad.

Su padre murió cuando tenía 8 años. Margarita ingresó en la escuela de las Clarisas Pobres, desde ese momento se sintió atraída por la vida de las religiosas quienes viendo la piedad de Margarita le permitieron hacer la Primera Comunión a los 9 años, cosa que no se acostumbraba en aquél entonces.

Dos años más tarde, contrajo una dolorosa enfermedad reumática que la obligó a guardar cama hasta los 15 años por lo que tuvo que regresar a su casa. Muy enferma, y sin tener un remedio seguro, se refugió en la Virgen María, prometiéndole que si recuperaba la salud se convertiría en una de sus hijas, recobrándola casi de inmediato. Esta promesa la unió profundamente con la Santísima Virgen, que desde ese momento, empezó a dirigir su vida.

A pesar de eso, en cuanto empezó a gozar de buena salud la vanidad y la diversión se apoderaron de ella y estuvo a punto de sucumbir en esta terrible lucha. Santa Margarita María hizo voto a la Virgen de ayunar todos los sábados y de rezar el oficio de su Inmaculada Concepción.

Al morir su padre, se instalaron en su casa dos parientes quienes tomaron el control, ni ella ni su madre tenían ninguna autoridad. Era una guerra continua. Margarita se volcó en el Santísimo sacramento, cuando se lo permitían podía  ir a la Iglesia, ella sufría profundamente por esta situación.

Su madre que padecía una enfermedad que le producía inflamación en la cabeza, estando continuamente cerca de la muerte. Margarita, en su angustia, acudió al Señor y le pidió que la ayudara.  Llena de fortaleza, regresó a su casa y la encontró con la mejilla reventada con una gran llaga de la cual salía un hedor insoportable. Margarita la curaba todos los días, apenas dormía y comía, y se dirigía con frecuencia a Dios agradeciéndole lo sucedido pues le ayudaba a parecerse a Él.

Así fue creciendo en un gran amor a la oración y al Santísimo Sacramento. El mismo Jesús se le presentaba en algún misterio para que ella meditara.

Su madre quería que contrajera matrimonio. Margarita comenzó a salir al mundo, a arreglarse, a divertirse. Pero durante todo este tiempo continuamente el Señor la llamaba a su Corazón. Por fin logró entrar al convento de la Visitación de Paray-le-Monial. La joven novicia siempre fue humilde, obediente, sencilla y franca; jamás dijo una sola palabra que pudiese molestar a nadie y, soportó las duras reprimendas de la madre superiora quien no aceptaba el hecho de que tuviera sus propias formas de espiritualidad.

El Señor se encargó de trabajar fuertemente en purificar y transformar su corazón en un corazón semejante al suyo. En  1672 hizo sus votos de profesión, el sacerdote le dijo: «Jesucristo te iluminará. Ve delante por las sendas del justo, como la aurora resplandeciente…»

A lo largo de su vida tuvo visiones y apariciones de Jesús, quien le compartió parte de sus terribles angustias en Getsemaní. Margarita recibió del Señor tres armas que necesitaría en la lucha que debía emprender para lograr la purificación y transformación: Una conciencia delicada, la santa obediencia, Su Santa Cruz.

Jesús seguía haciéndole revelaciones, entre ellas, el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación, y de salvación; y esparcir sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen.

El Señor le descubrió su Corazón y le dijo «He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y, en compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado. Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares. También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute.»

Jesucristo le dio a conocer 12 promesas para los devotos de su Sagrado Corazón:

  1. A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado.
  2. Daré la paz a las familias.
  3. Las consolaré en todas sus aflicciones.
  4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte.
  5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.
  6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.
  7. Las almas tibias se harán fervorosas.
  8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.
  9. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.
  10. Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos.
  11. Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.
  12. A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.

El Señor le prometió que su obra triunfaría a pesar de todos los obstáculos. En febrero de 1675, le envío al P. Claudio Colombiere, reconocido por su santidad, para que hablara con ella, quien creyó sus revelaciones. Pasarían más de diez años antes que se llegase a instituir la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en el monasterio de la Visitación.

En contra de su voluntad, Margarita fue asignada como maestra de novicias y asistente a la superiora. Esto era parte del plan del Señor para que se empezara a abrazar la devoción del Sagrado Corazón de Jesús. Sin embargo, Margarita nunca llegó a ver durante su vida el pleno reconocimiento de esta devoción.

El 17 de octubre del 1690, habiendo Margarita previamente indicado esta fecha como el día de su muerte, encomendó su alma a su Señor, quien ella había amado con todo su corazón.

Tres años después, el Papa Inocencio XIII empezó un movimiento que abriría las puertas a esta devoción. Proclamó una bula papal dando indulgencias a todos los monasterios Visitantinos, que resultó en la institución de la fiesta del Sagrado Corazón en la mayoría de los conventos. En 1765, el Papa Clemente XIII introdujo la fiesta en Roma, y en 1856 el Papa Pío IX extendió la fiesta del Sagrado Corazón a toda la Iglesia. Finalmente, en 1920, Margarita fue elevada a los altares por el Papa Benedicto XV.

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