5 de julio de 2024

Ser uno mismo

El Papa nos dice que, en la Carta a los Gálatas, Pablo llamó la atención a Pedro, ante la comunidad de Antioquía, porque su comportamiento no era correcto.

A un judío, la ley le prohibía comer con los no judíos. Pedro estaba en la mesa con ellos, sin ninguna preocupación; pero, cuando llegaron a la ciudad algunos cristianos que provenían del judaísmo, dejó de hacerlo, para no incurrir en sus críticas.

Estaba más atento a ser juzgado que a quedar bien. Esto era algo muy grave, pues Pedro era imitado por otros discípulos. Con esa forma de actuar, poco transparente, Pedro creaba divisiones injustas en la comunidad, expresó el Papa.

Pablo, en su reproche, ­utilizó el término de hipocresía (cf. Gal 2,13). Claro que él también tenía sus defectos, su carácter era terrible, pero era recto.

La hipocresía es el miedo de la verdad. Se prefiere fingir, en vez de ser uno mismo, y nos impide expresarnos abiertamente. No mentir es uno de los mandamientos, comentó.

El honesto no es hipócrita. Los Evangelios narran diferentes situaciones, en las que Jesús reprende fuertemente a aquellos que parecen justos en el exterior pero, dentro, están llenos de falsedad y de iniquidad (cf. Mt 23,13-29).

El Papa advierte que el hipócrita es una persona que finge, adula y engaña, porque vive con una máscara en el rostro y no tiene el valor de enfrentarse a la verdad. No es capaz de amar verdaderamente, se limita a vivir de egoísmo y no tiene la fuerza de demostrar con transparencia su corazón.

A menudo, la hipocresía se esconde en el lugar de trabajo, donde se trata de aparentar ser amigo con los colegas, mientras que, por atrás, se les golpea la espalda. En la política, los hipócritas viven un desdoblamiento entre lo público y lo privado. También, existe la hipocresía en la Iglesia, tanto de cristianos como de ministros, y es detestable.

Al finalizar, Francisco nos invita a pensar en las terribles consecuencias de la hipocresía. No tengamos miedo de ser sinceros, de decir la verdad, de escuchar la verdad, de conformarnos con la verdad. Así, podremos amar. Actuar, de otra manera que no sea la verdad, significa poner en peligro la unidad en la Iglesia, por la cual el Señor mismo ha rezado.

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