3 de julio de 2024

Mentiras piadosas

Si bien es cierto que no es bueno mentir, culturalmente, hemos aprendido que no es del todo malo, cuando se trata de proteger o protegernos a nosotros mismos, usando las “mentiras piadosas” o verdades a medias…

Si tenemos una amiga, que está siguiendo una dieta para bajar de peso y nos parece que no le está funcionando, difícilmente nos atreveríamos a decirle: “te recomiendo que intentes otra dieta”; por el contrario, le daríamos ánimo con una mentirita blanca, “te ves muy bien, ahí vas, poco a poco”.

O lo que nos sucede con los bebés recién nacidos: “está hermoso”, cuando sabemos que pocos bebés son bonitos al nacer. No es del todo verdad, pero tampoco es una mentira, puede ser que esté simpático.

Situaciones así vivimos todos los días y estaba leyendo acerca de algunos estudios, que confirman que tendemos a decir de dos a tres mentirillas piadosas, por día: “ya estoy llegando”, “te llamo mañana” y, a los niños, ¿por qué no? “Si te portas bien, los Reyes Magos te traerán regalos”, entre otras.

De que nunca sea lícito mentir, no se sigue que haya siempre obligación de decir la verdad. Ocultar la verdad es, a veces, no solo conveniente, sino, incluso, necesario. Por ejemplo, cuando se trata de un tema que compromete la salud de una persona, pero, si somos honestos, deberíamos admitir que nuestras vidas están estropeadas, de una manera u otra, por el engaño y la mentira.

Todos nos hemos alejado de la verdad, inmersos en nuestras justificaciones, como el apóstol San Pablo lo dijo: “obstruimos la verdad, con nuestros propios deseos y acciones”.

Debido a que Dios nos creó para habitar el mundo, podemos confiar que nuestros sentidos, intuición y corazón medien los conocimientos aprendidos o culturales (mentiras piadosas) del mundo en que vivimos, de lo que es una mera justificación. Debido a que Dios es un Dios que nos escucha, podemos recurrir a Él, en medio de la duda.

Así que la Biblia ofrece una base sólida para la búsqueda de la verdad, en todos sentidos: matemáticas, lenguaje, ciencias, historia e, incluso, las artes.

La virtud de la verdad da justamente, al prójimo, lo que es debido, observa un justo medio entre lo que debe ser expresado y el secreto que debe ser guardado, implica la honradez y la discreción (2469-Santo Tomás de Aquino).

Otra vez, Dios tiene la respuesta para todo… y, esta, NO es una mentira piadosa.

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