3 de julio de 2024

¿Has escuchado mi voz?

Una corta historia sin nombre…

Y, de pronto, te despertó esa voz, firme pero dulce, preguntándote ¿ya tuviste suficiente? Consternado, te reclinas, sentándote en aquel sillón viejo, para el que te alcanzó después de haberlo perdido todo, en ese momento, cuando todos te dieron la espalda, te señalaron y juzgaron, incluso en la enfermedad, te negaron y cerraron las puertas y, tras romper con el orgullo, tuviste que comer de las sobras de la basura a escondidas, taparte la cara y enfrentarte a las calles oscuras, frías y solitarias, llenas de peligros y desafíos, donde alguien te acogió y compartió del fuego que lo calentaba en ese momento,…

Y, en el recuento, vuelves a escuchar esa voz que ahora te pregunta ¿Qué haría el amor por ti en este momento? Es, entonces, cuando visualizas cada instante que has vivido, donde cada acción tenía una clara consecuencia del amor, donde cada cosa y persona se encontraban en la posición correcta para hacerte llegar un mensaje de amor, pero, en ese momento, el pobre concepto de ti mismo, el materialismo y la víctima que demostrabas ser ante el espejo te consumían lentamente, queriendo la piedad y miseria de alguien más, sentado en los resortes de aquel sillón viejo, pensando en todo ello bajo la dulce voz en tu oído.

Entendiste por qué se encendió una luz en tu corazón, la que, en ese momento, empezó a darle sentido al para qué de cada situación, intercambiando el sentir de abandono y enojo por bendiciones y regalos de amor en cada cosa, en esa calle desolada, esa torta en la basura, aquel niño que te miraba con ternura, el fuego acogedor de una mano amiga, la caída del imperio de oro, ahora convertido en respuestas, las puertas cerradas en tu cara, que, ahora, en amor, las veías como la invitación a abrir otras, los desafíos, que te hicieron moverte de lugar para sobrevivir, ahora tenían nombre y significado…

Y, así, lograste darle respuesta a esa linda voz, que también eran los ojos, la cara, la mano, la caída y levantada de cada instante de dolor que te decía, soy Dios diciéndote estoy aquí para ti, como un regalo de amor para tu corazón, como el motor para moverte, del sufrimiento, a la elección de una vida en la conciencia de mi más grande amor.

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