3 de julio de 2024

Septiembre Mariano

Este mes nos regala varias oportunidades, para festejar a la Santísima Virgen María. El día 8, celebramos su nacimiento; el 12, su Santísimo Nombre; el 15, recordamos a la Virgen Dolorosa o de la Soledad y el 24, a Nuestra Señora de las Mercedes.

El venerable Félix de Jesús Rougier decía: “Un Misionero del Espíritu Santo debe creer firmemente que, sin una especial devoción a María, no hará ningún bien sólido a las almas”. Seguramente, el padre Félix quería impregnar a la nueva congregación el carisma mariano de la orden de la que venía, los Maristas.

La advocación que más tiernamente aman los Misioneros es la de la Virgen de la Soledad. Es muy especial que la hermosa capilla principal, en San José del Altillo, donde reposan los restos mortales de la beata Conchita, esté justamente dedicada a Ella.

Durante sus últimos años de vida, Conchita vivió una desolación espiritual, entendía que los silencios del Señor la unían íntimamente con la soledad de la Virgen María y, en especial, con su dolor al pie de la cruz. Jesús le decía: Tienes que imitar a María en las virtudes, sobre todo, en su humildad y pureza de corazón. Estudia las que practicó en su soledad y en la última etapa de su vida, siempre con su mirada y toda su alma puesta en el cielo, dándome, en su ocultamiento, gloria en la tierra.

En momentos de tristeza y desaliento, hagamos eco de estas palabras, imitemos a la Virgen de la Soledad. Como dice el canto del enlace, encontraremos en su corazón un río de paz y, en sus ojos, una estrella de esperanza. En su soledad, Dios es presencia, el dolor en ella se hace alegría.

Dios nos conceda vivir permanentemente bajo el cobijo de la Virgen y que, como el P. Félix, antes de emprender el regreso a la casa del Padre, podamos exclamar ¡Con María, todo; sin Ella, nada!

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