5 de julio de 2024

¿Quién dice la gente que soy yo?

El Evangelio de San Lucas (9, 18-24) nos narra que, un día, Jesús había ido con sus discípulos a un lugar solitario para orar, cuando les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Unos le respondieron que Elías; otros, que Juan el Bautista; otros, que Jeremías; así que les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pedro inmediatamente respondió “El Mesías, el Hijo de Dios”, nadie se lo dijo, sino que fue una revelación de Dios.   

Jesús se pregunta “¿quién soy yo?” para encontrarse a sí mismo. ¿De dónde viene? ¿Por qué está ahí? Recordemos la dimensión humana de Jesús quien, al igual que nosotros, se hace estas preguntas existenciales.

Y yo ¿sé quién soy? A veces, es necesario buscar un lugar tranquilo, algún momento adecuado, para darnos ese tiempo de introspección y buscar dentro de mí quién soy yo, preguntarme ¿cómo me ven los demás? y poder vernos reflejados en los ojos de Dios, en la manera como Él nos concibe, siempre amorosa y comprensiva.

El hacer esta reflexión nos permitirá visualizar, desde lo más profundo de nuestro ser, el para qué estamos en el mundo, cuál es nuestra misión, hacia dónde vamos, cuál es el sentido de nuestra vida. Preguntas importantes que debemos plantearnos, varias veces a lo largo de nuestra vida, sobre todo, en momentos de crisis, incertidumbre, frente a los cambios, frente a las vicisitudes que nos presenta el diario caminar. Es importante detenernos un momento para analizar qué quiere Dios de mí y, también, por qué no, a pensar ¿qué quiero yo? ¿Se conjuntan acaso esas dos realidades?

Es momento de cargar la cruz de nuestro día a día, de asumir el reto que se nos presenta cotidianamente, para ser nosotros mismos. Sin prejuicios, sin máscaras, sin etiquetas, permitiendo que sea el Señor quien haga surgir, en nosotros, esta realidad.

Finalmente, debemos preguntarnos ¿quién es Jesús para mí? ¿Cuál es el significado de su presencia en mi vida? Encontrar esa respuesta nos permitirá conocerlo y construir una relación mucho más profunda con Él. Que María Santísima nos ayude a hallar estas respuestas en la oración, en la lectura y meditación del Evangelio, en la Eucaristía, para poder encontrarnos con nosotros mismos y con Dios nuestro Señor.

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