25 de junio de 2025

¿Sabemos hacer oración?

Con cuánta frecuencia vivimos en las apariencias, mostrándonos como personas piadosas, cuando quizás no lo seamos. Se podrá engañar a nuestros hermanos en la tierra, pero no a Dios. Cuántas veces se hacen cosas por demostrar devoción, generosidad, pero, en el fondo, solo se busca fama, lucir la propia imagen, el propio beneficio. Qué tristeza ver el individualismo de las personas alrededor nuestro, buscando salir bien libradas, beneficiadas en las situaciones que enfrentan, a veces, a costa de privar de un bien a quienes tienen derecho a él. De ahí, la importancia de cultivar la verdadera oración con Dios, nuestro Señor, que transforma nuestro corazón.

En nuestra alma, existe un hueco que no se llena con cosas materiales, ninguna satisfacción de este mundo puede llenarlo. Este vacío espiritual, solo se llena con la presencia de Dios. Hacer oración es acercarnos a hablar con nuestro Señor, confiándole nuestras preocupaciones, nuestras inquietudes, como si charláramos con quien nos comprende, nos perdona, nos ama.

¿Cómo saber si estoy haciendo oración? Hacer oración no es escuchar el rosario, grabado en YouTube, ni un podcast, donde alguien más hace oración. Estas pueden ser herramientas, para que nosotros empecemos nuestra propia conversación con el Señor. Sí, hermano lector, hacer oración, es hablar con Dios.

Podemos hablar con Dios, a lo largo del día, por la mañana al despertar, al salir de casa, al llegar al trabajo o a la escuela, al terminar la jornada laboral, de camino a casa, al llegar a casa, antes de cada alimento, al final del día, antes de dormir. Cualquier momento es el idóneo para acercarnos a Él.

Solo Jesús, y quien habla con Él, sabe efectivamente si está rezando. Se trata de amar, esforzándose, tratando de decirle algo al Señor, intentándolo, aunque, al final, no se diga nada. Lo que importa es tener un corazón bien dispuesto, amando en silencio, con o sin palabras, pero poniéndolo, en cada instante que se pasa frente a Dios.

Imitemos a María, quien contemplaba a su Hijo, por horas enteras, sin hablar, en silencio, amándolo. Eso es hacer oración. Pidámosle, al Espíritu Santo, que nos conceda el don de orar, de construir esta relación cercana, amorosa, para poder dialogar constantemente con Dios, sabiendo que hablamos con quien nos ama más que nadie en la vida. ¡Así sea!

Deja un comentario