Una revisión continua del curso nuestra vida y un sincero deseo de seguir la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo nos llevan por el camino de la transformación cristiana. De lo hay que que hacer conciencia es que, a la base de este camino, no puede faltar el verdadero arrepentimiento sobre todas aquellas acciones, pensamientos y omisiones, que nos han separado de su Evangelio.
El camino del cristiano es una conversión constante a Cristo, llevando a cabo, cada día, un paso más hacia nuestra transformación en Él. Nuestra conversión no estará terminada, hasta que Él viva en nosotros y reproduzcamos su vida en la nuestra. San Pablo ya lo decía: No vivo yo, sino es Cristo quien vive en mí (Gál., 2:20).
Quien hace la experiencia del encuentro con Dios, con el Dios vivo y verdadero, comienza a sentir que desarrolla la conciencia del propio pecado, en la necesidad de purificación. San Pedro, discípulo del Señor y nuestro primer Papa, poco a poco, fue madurando esta conciencia, hasta el punto de suplicarle a su Maestro: “Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador” (Lc. 5,4-8).
Si nosotros, ante Dios, no tenemos la experiencia de ser pecadores e indignos, como Pedro tuvo oportunidad de darse cuenta, ¿por qué será? ¿Porque somos ya perfectos ante Dios? ¿Porque no somos conscientes de nuestra realidad? o ¿porque no nos encontramos con el Dios vivo, sino con nuestras propias ideas o nuestras imágenes de Dios que nos permiten quedarnos tranquilos?
Con sinceridad, respondamos a estas preguntas, que nos llevarán a comenzar un camino de auténtica conversión cristiana. Para seguir la invitación de Cristo a aprender de Él, es necesario tomar la decisión de apartarnos, primero, de nuestros pecados, de forma consciente, y emprender acciones efectivas para no volver a cometerlos. Él no va a poder transformarnos, si no retiramos, primero, nuestras ofensas a Dios.
Es, precisamente, el arrepentimiento lo que empieza a ablandar nuestro corazón de piedra, para que Dios pueda moldearlo a imagen del corazón de Cristo. Solamente con un genuino arrepentimiento, que incluye el propósito de no volver a pecar, nos alejaremos de la mediocridad y del estancamiento en el seguimiento del Señor Jesús.
Les recomiendo este estupendo libro de Dietrich Von Hildebrand. “Nuestra transformación en Cristo”, para profundizar en el tema de la espiritualidad cristiana.
https://www.edicionesencuentro.com/libro/nuestra-transformacion-en-cristo/