8 de julio de 2024
San Charbel

San Charbel

Al norte del Líbano, en el pueblo de Bekaqafra, en el año de 1828, nació Youssef Anton, hijo de una familia campesina. Cuando tenía tres años su padre murió y su madre volvió a casarse con un hombre piadoso, quién según la costumbre oriental llegó a ser sacerdote, su ejemplo sembró en Youssef un gozo espiritual y deseo de ser como él.

De pequeño fue pastor y dedicaba su tiempo libre a la oración. Fue muy devoto de la Virgen María. Escuchaba la voz del Señor constantemente y deseaba seguirlo.

Dos de sus tíos eran ermitaños, de la orden Libanesa Maronita, los visitaba con frecuencia para aprender sobre la vida de los monjes.

A los 23 años decidió ir al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouq. Se convirtió en monje de la Orden Maronita Libanesa, cambiando su nombre por Charbel.

Vivió como ermitaño con otros monjes, en pequeñas comunidades, donde podía trabajar, orar, observar la penitencia, el ayuno y el silencio. Se ocupó de los pobres y de los enfermos.

Una noche, durante la misa, se sintió mal. Duro ocho días en agonía y murió el 24 de diciembre de 1898. Sus restos reposan en el monasterio de San Marón.

Meses después de su muerte comenzaron los milagros. Muchos monjes juraban ver su tumba iluminada por las noches, con una luz antinatural. Cuando decidieron abrirla encontraron su cuerpo intacto y con la temperatura de un ser vivo. Lo mismo ocurrió en otras ocasiones encontrando que su cuerpo exudaba una mezcla de sangre y agua.

En 1950, al pasar un paño sobre su cara, su rostro quedó impreso en él, habiendo curaciones instantáneas entre los presentes.

Se le conoce como el “Hombre de los Milagros”. Su fama de santidad se difundió y al ser invocado, se multiplicaban los milagros, por su intercesión. Fue beatificado y canonizado por Pablo VI, siendo el primer santo oriental desde el S. XIII.

Uno de los más recientes milagros conocidos, fue el de Dafne Gutiérrez, ciega de origen hispano, residente en Phoenix Arizona, que por una enfermedad perdió totalmente la vista en noviembre de 2015. En enero de 2016, acudió a la Parroquia del lugar a orar ante las reliquias de San Charbel; se confesó, comulgó y un sacerdote realizó la señal de la cruz en sus ojos y su frente pidiendo su sanación. Dos días después despertó con una fuerte picazón en los ojos y una sensación de intensa presión en la cabeza y las órbitas oculares.  ¡Podía ver con ambos!, el milagro había sido concedido. Su médico la revisó declarando que nunca había visto una curación de este tipo, era técnicamente imposible.

Tengamos presente a este santo monje que nos invita a vivir al servicio de nuestro Señor en los más pobres y los más necesitados.

“Cada hombre es una llama, creada por nuestro Señor para iluminar al mundo. Todo hombre es una lámpara, que Dios ha hecho para que resplandezca y alumbre». San Charbel

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