3 de julio de 2024

La Santísima Trinidad

Dios nuestro Padre es el principio de todo.  La solemnidad de la Santísima trinidad es un misterio de fe.

Por amor a nosotros y por nuestra salvación, se encarnó en María Santísima para venir al mundo, en el momento en el que el Espíritu Santo la cubrió con su sombra.

De esta forma, Dios se presenta en tres personas distintas, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, tomando una misión específica en cada una.

El Padre nos cubre con su amor misericordioso, desde el instante en el que nos dio la vida. Un Padre que todo lo perdona, jamás castigador e infinitamente misericordioso.

El hijo, vino al mundo para ser el puente que nos enseña a ver a su Padre como un Dios, todo poderoso y absolutamente bondadoso. Cambió el pensamiento de la lejanía con la que lo relacionaban, para acercarnos a Él y darnos una confianza absoluta de padre e hijos.

Y, el Espíritu Santo, es la tercera persona formada del amor del Padre al Hijo,  y del Hijo al Padre. Un amor pleno y eterno que se derrama en nosotros, para acompañarnos, guiarnos, defendernos e iluminarnos en cada instante de nuestra vida, gracias a la muerte y resurrección de Jesús, concedida por Dios.

Y así es como la unión entre las tres personas forman un solo Dios.

Somos sumamente afortunados al poder gozar y vivir este privilegio de amor absoluto de Dios hacia nosotros, sus hijos. Un Dios que se manifiesta hasta en los más pequeños detalles, con cada una de sus personas, nos toma de la mano, nos abraza y si lo permitimos, con nuestro libre albedrío, para no separarnos jamás.

                               “Bendita y alabada sea la Santísima Trinidad”

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