8 de julio de 2024

La vigilia Pascual

“Con esta efusión de gozo de Pascua, el mundo entero desborda de alegría” (Prefacio de Pascua). Y trato de asomarme a todos los rincones de este mundo, para sorprender ese desbordamiento de gozo. Y me quedo entre sorprendido y decepcionado: no veo, por ninguna parte, que el mundo desborde de alegría… alguien me dice: “el que no lo veas, no quiere decir que no sea realidad”. Pues sí, pero me gustaría verlo, aquí y ahora, para entender a los apóstoles, ante el misterio de la muerte de su querido Maestro. Nos hace bien vivir lo mismo.

Constato, también, que el mundo entero desborda maltrato, devastación, cambio climático y un montón de basura por todos lados… 

Miro con optimismo, ilusión y alegría el triunfo de Cristo Resucitado. Existir, ser, estar en el mundo o en la eternidad es gracias a la resurrección de Jesús. 

Hay Evangelio, Eucaristía, sacerdocio, comunidades, misiones, testigos, mujeres generosas y madres apasionadas por sus hijos, hay obreros que luchan por la verdad y la justicia, etc., que son indicadores de un mundo que, por la resurrección de Jesús, desborda alegría, pasión, entusiasmo, armonía, paz. Ahora, es el verdadero paso del Señor de la vida 

Pues bien, este día es el punto de partida de todo, esto es imparable, no hay vuelta atrás. El Espíritu del Resucitado se mueve donde quiere y como quiere. 

¡Jesús está vivo, ha resucitado! Sí, morir para vivir, ese es el destino de toda muerte, desde que Jesús murió y resucitó. 

¡Qué maravilla encontrar, concentrada en una noche de vigilia y en un día de Pascua, toda la esencia de la creación, de la humanidad, de la santidad, de la vida de Dios, en el aquí y ahora de nuestra participación en la muerte y resurrección de Jesús!

La historia de más de veinte siglos se sorprende: Jesús, muerto y resucitado, hace posible que todo adquiera su verdadera dimensión y proporción, una vida por sorpresa agrandada de eternidad. 

¡Aleluya por siempre, hermanos!

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