5 de julio de 2024

La Anunciación del Señor

El Ángel Gabriel fue enviado  a María, quien estaba comprometida con José y le dijo: ¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo. No temas, Dios te ha favorecido, para ser la Madre de su Hijo. Al escuchar estas palabras, María, quedó desconcertada, pues ella aún no se casaba con José y preguntó: ¿Cómo será esto?  

En ese momento la gracia del Espíritu Santo, cayó sobre ella, la cubrió con su sombra, llevando desde ese instante a Jesús en su vientre. Su corazón vibró lleno de gozo y asombro, ya que había sido elegida entre todas las mujeres para llevar a cabo una misión extraordinaria, ser la Madre de Dios.

María con gran gozo, entrega y amor, respondió:¨Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho¨.

María y José descendían de la casa de David, y así se cumpliría la promesa que Dios había hecho.

María sin cuestionar nada, con  absoluta humildad  dió el a Dios, dando así inicio al plan de Dios, para la bendición de cada uno de nosotros.

Para Dios no hay imposibles y, en su infinita misericordia, nos envió a su amadísimo hijo para salvarnos: Rey de Reyes, Luz del mundo, guía total, para llegar a la Parusía,   donde Cristo finalizará la gran tribulación, batalla entre el bien y  el mal, donde la naturaleza humana y la creación serán renovadas, culminando con tiempos de justicia y felicidad, siendo Dios todo y en todos. 

Unámonos a esta gran victoria, la llegada de Jesús al mundo a través de María, pensando y actuando con discernimiento, compromiso y amor a todos en obediencia y escucha, hacía nuestro Padre Misericordioso.

Estamos por vivir nuevamente la muerte y la Resurrección de Jesús y justamente por eso, hoy tenemos la oportunidad de remontar nuestro corazón y nuestro pensamiento

a este momento tan importante en la historia de la humanidad. 

 ¨Jesús, salvador de los hombres, salvalos, salvalos¨.

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