8 de julio de 2024

Caminar aprisa para seguir al Señor

Para el cristiano, el principal objetivo de vida espiritual es seguir a Cristo. Quien ha podido perseverar en este camino de salvación, sin embargo, constata que corre el riesgo de buscarse a sí mismo y perder el rumbo hacia la meta.

Por eso es tan necesaria la oración. Santa Teresa, al escribir sus “Moradas”, insiste en la importancia de la vida de oración, en la cual conocemos a Jesús y su enseñanza.  

Teresa habla continuamente de ocupar la vida en seguir y servir al Señor. Se trata de conocernos, mirando a Jesús y conociéndole a Él, como en un espejo, encontrarnos a nosotros mismos. Orientar nuestra vida fundamentada en Cristo Jesús y no basada en el “yo”. 

Para reforzar la idea de entregar la vida a Cristo, no como un auto perfeccionamiento sino como una adhesión generosa por amor, Santa Teresa recuerda la figura del joven rico del evangelio (Mt 19, 16-30), para hablar de las decisiones radicales que hemos de tomar en nuestra vida espiritual, si queremos seguir al Señor.

Según el evangelista, perfecto no es aquel que recorre un camino que tiene como meta la perfección, sino quien sigue a Jesús. Así, este seguimiento es el núcleo de la perfección.  ¡Alegrémonos! ya que no es algo exclusivo para unos pocos, sino que es una invitación abierta a todo ser humano.

Esa renuncia a los bienes es un punto central del amor, que debe concretarse en el servicio a los otros, incluso utilizando los propios bienes. Así lo comprende SantaTeresa y establece el vínculo entre la perfección y el amor que tenemos a Jesús en el seguimiento; amor que debe ser probado en las obras, como una señal de entrega de la voluntad personal a la voluntad divina. Como San Pedro, quien, dejando sus redes (Mt 4, 18-22) y caminando de prisa, se abandonó en el Señor, perseverando como humilde siervo del Hijo, que no vino a ser servido, sino a servir (Mt 20,28).

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